AVISO: Esta entrada es mi experiencia personal, y también es lo que yo hubiese agradecido leer en algún sitio cuando comencé a correr y no sentirme como la única persona que no disfrutaba corriendo en el mundo. Por ello no significa que todo lo que aquí pone tenga que ser así para todo el mundo, ni mucho menos que se tenga que hacer nada de lo que aquí pone. Una vez dicho esto, COMENZAMOS!
Un buen día te levantas después de casi 15
años de no mover un esparto llega tu hermano y
te pregunta:
Y tú vas, imprudente de la vida y le respondes:
Así es como decides comenzar con un estilo nuevo de vida, así que tras años y años de
repetir una y otra vez “correr es de cobardes” decides ponerte en marcha
(bendito Groucho Marx y su filosofía), en una andadura que crees será fácil
(pobre ignorante) porque ya puedes correr 1 km del tirón y no echar la corá por
la boca… Bueno tengo que reconocer que
yo lo único que echaba por la boca era fuego, me ardía la garganta al tragar
bocanadas de aire para intentar no ahogarme mientras corría.
Todo comienza poniéndose un límite, y
superándolo, obviamente, pero claro hay que ir poco a poco, no ser una agonías
como soy yo, que ya quería comerme al mundo a golpe de zapatilla y lo único que
me comí fue la primera decepción conmigo misma, y ya adelanto que no sería la
única, y es que tener el recuerdo de realizar el “test de Cooper” en el
colegio, querida mía, no vale para nada!!
Cuando comienzas a correr tu cuerpo y tu
mente pueden llegar a ser tus peores enemigos, me explico, cuando empiezas el
entrenamiento durante los primeros minutos irás bien, pero poco a poco
comenzarán a aumentar las pulsaciones, el color rojo de tu cara y el ritmo de
la respiración, consecuencia, sensación de agobio y cansancio elevadas a un
nivel exponencial y entonces llega el momento en que una vocecilla interior
comienza a decirte: “no puedo más” “voy a parar porque no puedo con mi vida” “mátame
camión”….
Pero no te dejes engañar, ¡¡sí que puedes!! Es tu cuerpo que te está
poniendo trabas para que pares, pero te digo que si te resistes a parar y por
el contrario bajas el ritmo, (recuerda que no estamos jugando al pillao' ni
nada por el estilo, es una carrera de resistencia, en lo que velocidad se
refiere dejemos mejor a Usain Bolt)controlas la respiración sin coger aire como
si no hubiese un mañana, sino pausadamente y alternando boca/nariz, puedes
llegar a la meta que te hayas propuesto ese día y cuando llegue ese momento, te
puedo asegurar que es de lo más gratificante que existe y sin lugar a dudas el
motivo por el que te “enganchas” a este deporte.
Una vez que sales dos o tres veces y te vas
viendo más y más fuerte es el momento en el que decides irte a Decathlon o
similar y comprarte unas zapatillas…. Pero esa historia ya os la cuento otro
día mejor. :)